El Museo Arqueológico Nacional (MAN) custodia y exhibe, una colección de 8 chuzos con los que los madrileños combatieron a los franceses el Dos de Mayo de 1808
En este artículo viajamos al Madrid del mes de mayo de 1808 para recalar en una de las épocas más convulsas de nuestra historia, un periodo en el que se sucedieron importantes acontecimientos históricos en el contexto de la denominada ‘Guerra de la Independencia’.
Don Benito Pérez Galdós, en los Episodios Nacionales ‘El 19 de marzo y el 2 de mayo’, retrata a la perfección ese Madrid en el que las intrigas palaciegas, el malestar de la población, el poder del Primer Ministro del rey Manuel Godoy y el levantamiento popular, son algunos de los protagonistas.

Con Carlos IV y Fernando VII camino de Bayona y con los ejércitos franceses campando a sus anchas por Madrid, aquel Dos de Mayo de 1808 un rumor comenzó a extenderse por las calles de la ciudad. Según parecía, Murat había decretado la partida inminente de los últimos miembros de la familia real española a Francia, y los habitantes de la villa no estaban dispuestos a dejar que esto sucediese.
Así, aquella mañana del Dos de mayo 1808, una muchedumbre afín a la causa Fernandina, comenzaba a darse cita ante las puertas de lo que era la sede y residencia de la corte, el Palacio Real de Madrid. Congregados en la Plaza de Oriente, vieron cómo salía en un primer carruaje, la hermana del rey María Luisa de Borbón, hecho ante el cuál no se produjo ningún altercado.
Pero minutos después, cuando la carroza que iba a llevar hacia Francia al infante Francisco de Paula Antonio de Borbón, hijo menor de Carlos IV y María Luisa de Parma, aguardaba a que el pequeño ocupase su interior, se produjo la intervención del cerrajero José Blas de Molina desatándose el levantamiento popular.

José Blas de Molina, había entrado a escondidas en el Palacio para saber dónde se encontraba el pequeño y cuales eran los planes que los franceses tenían para él. Cuando supo que el objetivo era llevárselo a Francia, gritó “¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todos los miembros de la familia real! ¡Muerte a los franceses!”
Con el aviso de Jose Blas de Molina, se desataba el levantamiento popular y un cruento enfrentamiento se extendía por varios lugares de Madrid. No solo se quería evitar la marcha del infante, sino también acabar con los ejércitos invasores franceses que llevaban ya un tiempo instalados entre la población.

Debido a la situación política y económica, no había dinero para armar a los ejércitos, así que hombres y mujeres, se armaron de valor y combatieron a los 50.000 soldados franceses con lo que tenían a mano: chuzos, navajas, piedras, cuchillos, bayonetas, palos y fusiles.
“Cada cual corría a su casa, a la ajena o a la más cercana en busca de un arma, y no encontrándola, echaba mano de cualquier herramienta. Todo servía con tal que sirviera para matar” Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales

Llama especial atención, cómo el pueblo armado con armas tan rudimentarias como las anteriormente descritas, lograron vencer a los ordenados, formados y bien armados ejércitos franceses. La lucha se localizó en lugares como los aledaños del Palacio Real, la Cava de San Miguel, la calle de los Milaneses, la Puerta del Sol, el Paseo del Prado, la Puerta de Toledo o el Cuartel de Monteleón, entre otros lugares.

Y aquí es donde llegamos a los chuzos protagonistas de este artículo y como se ha comentado con anterioridad, que forman parte de la colección permanente del Museo Arqueológico Nacional.

-Los Chuzos del Dos de Mayo del Museo Arqueológico Nacional
En la planta 2 del Museo Arqueológico Nacional, justo en la parte dedicada a la Edad Moderna, se exhiben, junto a otras piezas relacionadas con Manuel Godoy y el periodo napoleónico, un conjunto de armas blancas de factura artesanal a las que les acompaña la siguiente cartela: “Chuzos utilizados el 2 de mayo de 1808”.
Como se ya se comentado líneas más arriba, un chuzo era un arma blanca muy rudimentaria, que se compone de un palo que termina en punta, generalmente de hierro, y que se utilizaba a modo de lanza para atacar o defenderse. El chuzo formaba parte del día a día de los vigilantes nocturnos y serenos, pero aquel 2 de mayo de 1808, los madrileños los usaron para defenderse y combatir a los ejércitos franceses.

El conjunto de armas blancas, que bajo el nombre de chuzos, se exponen en el Museo Arqueológico Nacional se compone tanto de chuzos como de bayonetas y según se tiene constancia, ingresaron en la institución como déposito por parte del Museo de Historia de Madrid.
Pero para que estas armas tan rudimentarias acabasen en manos de los ciudadanos madrileños, tuvo que emitirse una Real Orden durante la Guerra de la Independencia que les permitiese usarlas. En esta Real Orden, que partía de la Junta de Defensa, se daban las indicaciones precisas para que la población participase en la defensa de sus pueblos y ciudades. Así en sus 49 normas, se explicaba como se debía proceder para proteger pueblos, ciudades y caminos, y cómo realizar el acopio de armas y munición, su conservación y fabricación
“Para los que no tengan armas de fuego ni blancas, incluso cuchillos y puñales, cuidarán las Justicias de que se construyan y alisten picas, chuzos y otras armas de esta clase, que aunque estén labradas toscamente, podrán emplearse con gran ventaja para ofender al enemigo“ (Norma 9. Real Orden de 12 de febrero de 1809)
El levantamiento del Dos de Mayo, mermó las fuerzas de los ejércitos franceses, pereciendo en el fragor de la batalla un gran número de soldados de su bando. Aunque en el bando español, también hubo importantes pérdidas (como las de los capitanes de artillería Daoiz y Velarde), fueron los franceses los que ese día se llevaron la peor parte.
Pero los franceses no estaban dispuestos a permitir tal afrenta y querían venganza. Joaquín Murat, al mando de los ejércitos franceses, escribía a Napoleón lo siguiente: “el pueblo de Madrid se ha levantado en armas, dándose al saqueo y a la barbarie. Corrieron ríos de sangre francesa. El ejército demanda venganza. Todos los saqueadores han sido arrestados y serán fusilados”
El resto de la historia es conocida. El 3 de mayo, los franceses se dedicaron a perseguir por todo Madrid a los sublevados para posteriormente fusilarlos en la Puerta del Sol, el Paseo de Recoletos, el Paseo del Prado, la Plaza de la Independencia y en la Montaña de Príncipe Pío.


Si están interesados en este episodio de la Guerra de la Independencia, les recomiendo la lectura de los Episodios Nacional de Benito Pérez Galdós (‘El 19 de marzo y el 2 de mayo’) y una visita al Museo de Historia de Madrid, lugar en el que se exhiben múltiples lienzos, estampas y objetos relacionados con el periodo napoleónico.