El relojero de Mingote que se encuentra en la calle de la Sal
Tengo un defectillo, soy un auténtico despiste humano, a veces meto sartenes en la nevera, me dejo las llaves puestas en el buzón o pierdo los relojes…. Con el paso de los años he aprendido a vivir con mi despiste y el hecho de no llevar reloj me ha hecho desarrollar una capacidad especial y sé siempre en qué hora vivo, bueno, la verdad es que en las calles de Madrid hay muchas ayudas y si alguna vez me desoriento me basta con acudir a alguno de los relojes que hay diseminados por la ciudad. Hoy quiero hablaros de una de esas ayudas que tengo, un bonito carillón que se encuentra en la Calle de la Sal, quizás como viandantes no hayáis reparado en él, pero para eso estoy aquí, para abriros las puertas a lugares ignotos para muchos, ¡Madrid es una caja de sorpresas!

La calle de la Sal es una de esas calles pequeñas que desembocan en la plaza mayor y que en cada uno de sus rincones esconden muchos secretos.
La calle toma su nombre de los negocios de sal que había en la época medieval en ese lugar, como bien sabéis muchas de las calles que pueblan el centro de Madrid toman su nombre de los antiguos gremios que allí se instalaban, así pues entre otras destacan la Calle de las Botoneras, de las Latoneras, de los Bordadores y de los Cuchilleros.

Suelo transitar a menudo por esa diminuta calle, me sorprende que con lo pequeña que es atesore joyas arquitectónicas, históricas y artísticas únicas en la ciudad.

En la calle La Sal, tenemos la mítica (y remodelada) ‘Posada Del Peine’, la tienda de lanas ‘El Gato Negro’, unos bonitos murales galdosianos pintados por Antonio Mingote y dos comercios centenarios ‘Casa Bartolomé’ y ‘La Antigua Relojería’.
Es precisamente en esa Antigua Relojería que fundada en 1880 por Inocencio López Salcedo donde se aloja un bonito carrillón construido siguiendo los bocetos de Antonio Mingote y que anima las horas con bonitas y tradicionales melodías madrileñas como el chotis.

Este carillón fue instalado en la cornisa de la Relojería allá por el 2010 y representa la figura de un viejo relojero en su taller que vigila la calle y nos da la hora, a mí me resulta muy útil.
Me gusta determe un ratito a su lado y contemplar sus lentos movimientos. A este entrañable relojero, le acompaña un reloj de cuco, un reloj de sol y otro de arena. Además de darnos la hora a los madrileños, este relojero está en todo y marca la hora de Nueva York, Pekín , Sidney y El Cairo, así los turistas que transitan por nuestra ciudad pueden tener siempre un punto de referencia con su patria ¡Qué majete es este relojero!
La Antigua Relojería es una joya no solo por el carrillón que aloja sino porque tras la restauración a la que se la sometió, ha conseguido adecuarse perfectamente al modelo de tiendas decimonónicas que poblaban la ciudad, tiendas en madera y cristal, con bonitos y llamativos rótulos.

El carillón es bonito, pero no son menos bonitas las pinturas galdosianas que se encuentran frente a la relojería, éstas fueron llevadas a cabo en noviembre 2001 cuando se remodeló toda la calle siguiendo un estilo galdosiano.
Las pinturas llevan el signo y factura de Antonio Mingote y representan en cuatro pisos, personajes de la célebre obra de Benito Pérez Galdós, ‘Fortunata y Jacinta ‘.

No sé , me parece que este rinconcito es como de cuento ¿no?