Para aquellos que disponen tan solo de un día en Madrid, les propongo este itinerario por el centro de Madrid que les llevará a conocer algunos de los monumentos y establecimientos más emblemáticos de la ciudad.
Nuestro recorrido inicia en la Puerta del Sol, lugar emblemático donde los haya y foro de reunión de los madrileños en su día a día y en ocasiones especiales como en Nochevieja. Con un nombre que se remonta a su pretérito pasado en el medievo cuando una puerta con un sol daba acceso a la villa, la Puerta del Sol es parada obligada para cualquier visitante que visite la ciudad.
El Oso y el Madroño, la Mariblanca, la Casa de Correos, la escultura ecuestre de Carlos III, el edificio que ocupaba el centenario Hotel París (actual tienda Apple) y el neón de Tío Pepe son algunos de los monumentos que rodean esta plaza y que le dan un aire muy madrileño.

Además de esto, la Puerta del Sol, esconde varios secretos, el primero se oculta en el subsuelo y para verlo hay que acceder por la boca del cercanías, hablo de los restos arqueológicos de la Iglesia del Buen Suceso que se remontan al siglo XVI y que fueron musealizados al construirse en 2009. Muy cerca de estos, otros restos se ocultan en los bajos de la tienda Apple, se trata de los restos del Hospital del Buen Suceso que fue demolido, al igual que la iglesia en 1854 con motivo de las obras de la Puerta del Sol.

Y no exactamente un secreto, pero si es importante hacer referencia a Casa Diego (Puerta del Sol, 12) un comercio centenario que ha sido testigo de los cambios de la plaza porque desde 1858 se dedica a la venta de abanicos, bastones y paraguas.
Y si a la Puerta del Sol le correspondiese un aroma, ese es el de los dulces que se hornean a diario en La Mallorquina. Este establecimiento centenario que se trasladaba desde la calle Jacometrezzo hasta su actual ubicación en 1894, alegra la vida a los madrileños y visitantes con sus delicias reposteras. Asimismo dispone de una cafetería desde la que se divisa una estupenda panorámica de la Puerta del Sol.

De Puerta del Sol nos dirigimos hacia la Plaza Mayor, lugar donde nos espera a caballo Felipe III. Él es el encargado de darnos la bienvenida a esta plaza que rezuma historia en cada una de sus esquinas y que en origen se encontraba en los arrabales de la villa.

La Plaza Mayor ha sido testigo de numerosos episodios de importancia en la historia de Madrid, en ella tuvieron lugar espectáculos teatrales, autos de fe, corridas de toros y juegos de cañas, entre otras cosas.

Dentro de la Plaza destacan dos edificios: la Casa de la Panadería y la de la Carnicería, dos edificios característicos del barroco madrileño con chapiteles de pizarra cuyo nombre nos remite a su pasado como tahona de pan y carnicería de la casa Real.

Secretos como que las pinturas que hoy ocupan la fachada de la Casa de la Panadería son de 1992 y ocultan las antiguas pinturas del XVIII que habían sido restauradas en el XIX; que en la Plaza el rey Felipe IV reservó uno de los balcones para su “querida” la actriz ‘María La Calderona’ o que en los pedestales de las farolas de la plaza se encuentran narrados algunos de los episodios históricos por los que ha pasado la plaza, sorprenderán a los visitantes.

Saliendo por la calle Ciudad Rodrigo se llega al Mercado de San Miguel, un bello edificio del siglo XX testigo de la arquitectura del hierro y el cristal. Este mercado, se ha adaptado a los tiempos convirtiéndose en un mercado gourmet al que se puede acudir tanto para comprar como para tomar algo.
Para comer nos podemos desplazar hacia La Latina, barrio céntrico que lleva el nombre de Beatriz Galindo la que fuese la profesora de latín en la corte de Isabel La Católica. Este barrio conserva su pasado de comercios centenarios asociados a viejos oficios como la Botería de la calle del Águila o los negocios de alpargatas y esparto de la calle Toledo, entre otros.

Asimismo, podemos encontrar establecimientos tradicionales en los que degustar de suculentos platos como el cocido de Malacatín (C/Ruda, 5) o los famosos huevos de Casa Lucio (C/ Cava Baja 35).
Además de esto, y para quien se decante por el tapeo madrileño, podrá encontrar buenas tapas en calles como Cava Alta, Cava Baja, Almedro, Toledo o Segovia. Para los que busquen el famoso bocata de calamares, podrá encontrarlos en los alrededores de la Plaza Mayor en calles como Botoneras o Postas.

Una vez hemos llenado el estómago, volvemos hacia el Mercado de San Miguel y nos dirigimos por la calle Mayor dirección Palacio Real. Durante el recorrido podremos ver algunos edificios curiosos como la casa en la que vivió Pedro Calderón de la Barca (C/ Mayor 61) y que fue salvada de la piqueta municipal por Ramón Mesonero Romanos; la Plaza de la Villa con la Casa de Cisneros, la Casa de la Villa y la Torre de los Lujanes; el Palacio de Abrantes (c/ Mayor 86) sede del Instituto Italiano de Cultura desde 1939 y el Palacio del Duque de Uceda.

Tres curiosidades se encontrará el caminante durante este recorrido: los restos de la antigua iglesia de la Almudena vigilados por la escultura del Vecino Curioso, el monumento en honor a las víctimas del atentado del 31 de enero de 1906 durante la boda de Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia y un establecimiento por el que pasó Max Estrella en Luces de Bohemia, El Anciano Rey de los Vinos.

La calle Mayor desemboca en la calle Bailén, al frente se divisa la imponente Catedral de la Almudena a la que le sigue la Plaza de la Armería, el Palacio Real y los Jardines de Sabatini.

Se recomienda disfrutar de un paseo alrededor de la Plaza de Oriente, frente a Palacio, para descubrir las veinte esculturas de los reyes visigodos y cristianos que rodean la plaza. Asimismo, conviene fijarse en el monumento que preside esta plaza y que nos presenta a Felipe IV a caballo.
Lo curioso del monumento es la escultura ecuestre en bronce de Felipe IV ya que para hacerla intervinieron tres grandes nombres de la historia: el artista italiano Pietro Tacca fundió en Florencia la escultura siguiendo los modelos del rey que le había enviado Velázquez. Pero fue Galileo Galilei quien asesoró a Tacca para que el caballo del rey pudiese mantenerse sobre sus patas traseras.

Y para despedirse de Madrid, no hay mejor opción que la de contemplar su majestuoso atardecer desde alguna de sus azoteas más emblemáticas como la del Círculo de Bellas Artes, la del Mirador de Cibeles, la del Faro de Moncloa, la del Hotel Emperador en Gran Vía o la que se disfruta gratuitamente desde el Templo de Debod a pocos pasos de Plaza de España.

Y en cuanto a alojamientos, Madrid dispone de una gran variedad de establecimientos para alojar a los visitantes como hoteles, albergues, hostales o pensiones. Suelo recomendar opciones flexibles de alojamiento en apartamentos o viviendas porque uno puede ir a su aire y no depender de los horarios de los desayunos y comidas.
Una opción para encontrar apartamentos en Madrid , podría ser el portal www.hundredrooms.com que tiene como ventaja principal que compara precios de apartamentos y casas de vacaciones en diferentes webs, ofreciendo así al viajero el precio más económico.

Sin más, se despide atentamente