Caridad Seradell, la castañera de Tirso de Molina
Corría el año 1903 cuando nacía en la Corredera Baja de San Pablo en pleno barrio de Maravillas la que llegaría a ser la castañera más famosa de Madrid, Caridad Serradell. Su fama llegó a ser tal que los alcaldes José Luis Álvarez del Manzano y Enrique Tierno Galván la homenajearon en vida.

La castañera ‘la cari’ en una fotografía de Martín Santos Yubero en la Plaza Mayor. Esta fotografía forma parte de un reportaje que le hiceron y que en el Archivo Regional de la CAM aparece tan solo como ‘Castañera en la Plaza Mayor’. 1965. Fotografía del Fondo Santos Yubero. ARCAM
A raíz de mis publicaciones en rss con fotografías de castañeras conocí la historia de “la Cari” pero nunca le había puesto cara. Esto cambió en septiembre de 2020 cuando encontré unas fotografías en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid de una castañera y un familiar de Caridad contactó conmigo.
Preciosa serie de fotografías que realizó el fotógrafo madrileño Martín Santos Yubero en 1965 a esta castañera de la Plaza Mayor. pic.twitter.com/G0BclSpXdM
— El Sereno de Madrid (@Unsereno) August 31, 2020
A Caridad Serradell la conocían por todo Madrid como ‘la cari’ y durante varias décadas estuvo al frente de un puesto de castañas en la Plaza de Tirso de Molina.
Del barrio de Maravillas se trasladó a la zona de Tirso de Molina, vivía en la calle Mesón de Paredes nº11 en un portal en que hasta hace algo más de un año había una relojería y trabajaba en una frutería muy cercana.
Con seis hijos a su cargo, Caridad fue una mujer muy activa y los sacó adelante ella sola,vendía flores y fruta en el puesto de Tirso de Molina y disponía además de puestos de melones por varios lugares de la ciudad en los que trabajan algunas de sus hijas.

En Mesón de Paredes se encuentra la Frutería Palomar, todo apunta que aquí fue donde comenzó a trabajar Caridad. Fotografía propia.

Este era el puesto de requesón de ‘la cari’ en la calle Duque de Alba en una foto de Manuel Urech. Fotografía propiedad de editorial ‘La librería’. En la foto no aparece Caridad, es otra vendedora.
En la Calle Duque de Alba vendía requesón de Miraflores y en la plaza de Tirso de Molina vendía diversas cosas en función de la época del año. Llegó a vender flores, fruta y castañas, incluso tenía un organillo que sacaba los días de Rastro animando a los viandantes. Ya en sus últimos años y cuando no era temporada de castañas vendía chucherías, cromos tabaco y pequeños juguetes.

Foto de «la cari» regando las flores que vendía. Fotografía facilitada por la familia de Caridad para este articulo.
Cuando ya contaba con una cierta edad, sus hijas le dijeron que se retirara, pero ella decía que el puesto era su vida y que cuando no pudiese trabajar, se moriría.

Fotografía del puesto de Flores de ‘la cari’ en el que trabajaban algunas de sus hijas. Fotografía facilitada por la familia de Caridad para este reportaje.

Uno de los puestos de melones de Villaconejos de ‘la cari’. Fotografía facilitada por la familia de Caridad para este reportaje.
Con 87 años aún estaba al frente del puesto de castañas, no lo necesitaba ya para vivir, pero ella prefería trabajar. Tuvo una caída a principios de 1990 y se rompió la cadera y viéndose obligada a permanecer en su casa. Un mes después falleció.
Su fallecimiento fue recogido por la prensa y según relatan sus familiares a su velatorio acudieron personajes famosos como Tony Leblanc.
Sirva este pequeño articulo para recordar a una de las madrileñas anónimas de la que muchas personas tienen recuerdos y que es tan importante para la ciudad como para tener una escultura, placa o monumento en el que fue su barrio.
Sin más, se despide atentamente
P.d: Gracias a Jose Luis Valle, nieto de Caridad por contarme más sobre su abuela. Rogaría que las fotografías que me han facilitado los familiares fuesen tratadas con respeto, en ocasiones me encuentro fotografías publicadas en mi blog en grupos de Facebook, páginas de pinterest y otros blogs. Citen siempre la fuente, ganamos todos.
4 Comentarios
Magnífica entrada y preciosas fotos. Me ha gustado mucho, me recuerda a mi abuela, esas mujeres de hierro, hijas de Madrid, que lucharon como leonas para sacar adelante a sus familias.
Hola Conx!
Me alegra que te haya gustado, hay que recordar a todas estas grandes mujeres.
Un saludo
Como ya te comenté en alguna ocasión, estoy «casi» seguro de haber conocido a la «Cari». Dado que nací en la Plaza del General Vara de Rey, calles como Duque de Alba o la Plaza de Tirso de Molina o Mesón de Paredes, eran frecuentadas por mí. Lo que sí recuerdo es el puesto de melones de Villaconejos, ese o uno similar. Al igual que la frutería de Mesón de paredes que, si no recuerdo mal estaba frente a un Bar que era la Peña Mariano del Real Madrid. Este artículo, como las fotografías y como otros muchos que hace, me traen recuerdos de al infancia y personajes de aquel Madrid de los 50/60 que para mí es inolvidable. Solo quiero felicitarte y darte las gracias por avivar los recuerdos de la infancia a un «abuelete» que está a tiro de cumplir 70 añitos. Gracias y sigue con tu labor de recuperar el Madrid casi perdido.
Muchas gracias de nuevo Sereno. Quiero, si me permites, completar este homenaje que has hecho a la Cari con un articulo que escribio Jose Luis Martin Descalzo en el dominical de ABC tras su muerte
La última castañera
La semana pasada ha muerto en Madrid, Caridad Serradell, la más antigua de las castañeras de la ciudad. Desde hace sesenta y tres años estaba allí, en una de las esquinas de Tirso de Molina, vendiendo paquetitos en los que uno no sabía muy bien si lo que compraba eran castañas, un puñado de calor o un trozo de sonrisa. Y estuvo allí con lluvias y fríos, arrebujada en una bufanda de lana cuando hacía frío o en un pañolón pardo durante los días de solecillo. Estaba allí porque le gustaba ver el movimiento de la gente, charlar con sus clientes, dar trocitos de cielo en forma de castaña a los niños. En los últimos años, cuando sus hijos se habían ya colocado todos y le insistían en que se quedara en casa, ella se empeñó en que su puesto era aquél y que se moriría si no lo ocupaba. Sólo faltó los últimos ocho días que precedieron a su muerte. Y ahora aquella esquina de Tirso de Molina se ha quedado como muerta; hace más frío en ella y, cuando uno pasa, se siente como un poco huérfano, ahora que no puede uno llevarse las dos cosas que, durante un buen rato, te calentaban: la sonrisa de Caridad y el pequeño horno portátil de las castañas calientes.
¿Habrá, me pregunto, castañeras en el cielo?
Jose Luis (su nieto)