‘El último de la lista’, un paseo por los cines que poblaban el Rastro en los años 50.
Soy seguidor de este blog desde hace algún tiempo. Un buen día, “El Sereno” me sugirió que escribiese algo sobre mi barrio, porque el Rastro siempre será mi barrio aunque lleve dos años fuera de él. En principio rehusé, pero luego, me lo he pensé mejor y me dije: ¿Por qué no enseñar a los jóvenes lo que se debe conservar en una ciudad? Y acaso ¿El cine no es cultura?
Así es que os voy a hablar de los CINES. De los cines de barrio, de mi barrio, aquellos a los que fui siendo un niño y de los que muchos, los más jóvenes, habréis oído a la gente del cine y teatro llamar “cines de sesión continua”.
A estos cines se les llamaba de este modo porque “ponían” el NO-DO, y dos películas, una tras otra con un breve descanso entre ellas de unos 10 o 15 minutos. Durante ese tiempo, se salía al pasillo a fumar, se iba al baño o se aprovechaba para bajar al bar del entresuelo a tomar un refresco.
Mientras en la sala, un muchacho, rara vez una señorita, se paseaba por la sala con una bandeja de madera colgada al cuello ofreciendo a gritos: ¡hay pipas, chicles, caramelos!
También, ese es el motivo de que lo haya titulado “El último de la Lista”. Rindo homenaje a una película policíaca que algunos recordaran y al último cine de mi barrio y que hoy es Teatro, pero ahí sigue erguido al comienzo de la calle Embajadores. Luego os hablaré de él.
No incluyo muchos cines porque no quiero ser pesado, solo los más cercanos a un “centro imaginario”: la plaza de Cascorro.
Antes de continuar, quisiera hacer una aclaración; en aquélla época, finales de los años 50 y principios de los 60, las películas se clasificaban por edades con una letra y/o un número. De este trabajo se encargaba una Junta de Clasificación en la que mandaban los sacerdotes católicos: “A” significaba, autorizada para todos los públicos, el “2” primero fue para indicar que la película era para mayores de 16 años y luego se rebajó a los 14 años. Con el número 3 se clasificaban las películas para mayores de 18 años, 3-R para mayores de 18 años con reparos y, por último el temible “4” que indicaba que era gravemente peligrosa.
Estas clasificaciones se respetaban en los cines de estreno y reestreno, pero no en los cines de barrio. En esos cines se imponía el negocio y no el respeto a los dictados de la religión.
Comenzando por el cine más alejado, tengo que mencionar al Cine “CASTILLA”. Se encontraba en la calle Angosta de los Mancebos, nº 3. Hoy ya ha desaparecido. Aunque he estado buscando una fotografía antigua, no la he hallado, pero sí, curiosamente una entrada.
Recuerdo que en ese cine, al que me llevaba mi madre muchas veces, era, por supuesto, de sesión continua, allí vi películas como ‘Zorba el Griego’, ‘Alejandro Magno’, ‘Aníbal’ o la inquietante ‘Otra vuelta de tuerca’ basada en la novela de Henry James.
Proseguimos hacia la Plaza de Cascorro, atravesamos la Plaza de la Cebada y salimos a la calle Toledo. En el nº 86 se encontraba mi cine favorito, el Cine Toledo. Era una sala enorme con patio de butacas y entresuelo, allí vi, por primera vez la película ‘Éxodo’
Cuando lo cerraron, abrió un “Club-Discoteca” donde se celebraban las bodas, el Latin’s Club.
No he conseguido fotografías antiguas del Cine Toledo, pero sí un programa con los horarios y precios, nada menos que del año 1942. Os puedo asegurar que años después era similar.
Sigamos nuestro camino hacia Cascorro, atravesando la calle Maldonadas. Nos dirigimos a la calle Embajadores. La primera calle a la izquierda, es la calle de la Encomienda. Y allí, en el número 16 hubo un primer cine abierto en 1912 que se llamó así: de la ENCOMIENDA.
Posteriormente se reformó toda esa zona después de la guerra y fue sustituido por el CINE ODEÓN, el cual ya cerró hace muchos años y el edificio se comenzó a utilizar cómo plató de televisión. Por desgracia hace algunos meses fue derribado completamente para construir un hostel.
Fue un cine al que fui con mucha frecuencia. Cuando era pequeño me llevaba mi abuela y nos veíamos un par de películas, así pasábamos la tarde. En ese cine he visto todo tipo de películas, del “oeste, de “romanos”, españolas, de miedo, policíacas… y, precisamente, la que da nombre a este artículo “El último de la Lista”.
Pero no, el cine Odeón no es “el último de la lista”. Allí descubrí a Marisol, Pablito Calvo, Rocío Dúrcal y todos los actores españoles de aquella época. Y de los actores de Hollywood, yo diría que a todos de la década del 55 al 65.
Bajamos por la calle Embajadores y, a propósito, nos saltamos el último gran “cine del barrio”. A la altura del nº 40 de Embajadores nos encontramos que la acera hace un retranco. Allí hay una casa nueva, pero durante muchos años estuvo el CINE SAN CAYETANO que tomó su nombre de la Parroquia que se encuentra más arriba.
Fue otro gran cine de Sesión Continua. Allí vi, en sesión única, por primera vez, la inolvidable ‘West Side Story’. Era un cine al que acudía con mi madre y/o mi abuela y recuerdo que los sábados se solían formar a eso de las tres y media unas larguísimas filas de chavales para sacar la entrada de la sesión de las cuatro.
Como curiosidad, diré que la mayoría de los de la fila éramos alumnos del Colegio Sainz Solana que tenía dos pisos, uno en la Calle Arniches y otro en la calle del Carnero.
Más abajo, en la Plaza de Lavapiés hubo otro cine, el Olimpia, un cine que había nacido como teatro a finales del siglo XIX y que en los años 90 del pasado siglo fue derribado para construir el actual Teatro Valleinclán.
Al Olimpia fui en contadísimas ocasiones porque estaba lejos y tenía mala “fama”. Pero sí recuerdo haber visto dos películas mexicanas, una sobre el ‘Enmascarado de Plata’ y otra de un rancho mexicano que no tenía nada que ver con las películas del oeste que llegaba de Hollywood.
Y ahora sí, volvemos a subir por la calle Embajadores y contemplamos al “Último de la Lista”: el CINE PAVÓN. El cine del barrio de toda la vida. En él vio mi padre “Las Leandras” interpretada por la gran Celia Gámez.
Tanto el cine como el café-bar que se haya junto a él podrían ser el símbolo de este barrio. Pasados los años, el teatro se convirtió en cine de sesión continua ¡Cuántas sesiones he disfrutado en el entresuelo de ese cine!
Recuerdo que hacíamos bastante el gamberro los chicos del Sainz Solana y en una ocasión estuvieron a punto de echarnos del cine. Es lo que ocurre cuando se tienen 12 o 13 años ¡qué gritos cuando aparecía John Wayne en Fort Apache atacando a los indios!
No obstante, hay una película que me llena de nostalgia y de recuerdos sobre este cine y es que en él se rodó allá por los 90 la película BELTENEBROS, cinta dirigida por Pilar Miró y que interpretó magistralmente, como siempre porque es un gran actor, José Luis Gómez, acompañado por el británico Terence Stamp. Os la recomiendo.
Posteriormente, el cine volvió a ser teatro y alojó hasta hace un par de años a la Compañía de Teatro Clásico que pasó a ocupar el Teatro de la Comedia de la calle del Príncipe. En la actualidad, el teatro Pavón acoge a la compañía Kamikaze producciones.
Al menos la cultura está de enhorabuena y el Rastro sigue manteniendo a su héroe, a su “ULTIMO DE LA LISTA”.
Sin más, se despide atentamente John Smith Chang (Manolo, para los amigos).